La grandiosidad del universo nos embarga y sobrecoge cuando
intentamos comprenderlo. Nos hace sentir pequeños e indefensos ante su
inmensidad. Todo, absolutamente todo, ha salido del mismo sitio, de un mismo
punto originario: del Big bang de la ciencia, del cero pitagórico, del Theos
griego, del Absoluto cabalístico o del Ser divino… que lo ha generado todo.
Nadie podrá negar que en la creación no hay orden, está
regida por leyes exactas, el peso, número y medida lo rigen todo y esto nos
permite comprender que hay inteligencia, conciencia en todo ese ámbito cósmico. Los científicos aún se preguntan hoy en día como puede ser que todo se pueda explicar tan perfectamente a través de las matemáticas y la física. Nosotros, los seres humanos tenemos conciencia, esto nos permite llegar a tener auto conciencia plena de nosotros mismos y del universo. Nos demuestra, sin duda alguna, lo dicho por los filósofos de la antigüedad, el Todo, el mundo está constituido por materia, energía y conciencia (espíritu).
La conciencia como capacidad de percepción no es un recurso
solo del ser humano. La biología sabe que los animales también disponen de
ella, e incluso