martes, 30 de diciembre de 2014

Eventos exteriores y estados interiores

“Combinar estados interiores con acontecimientos exteriores en forma correcta es saber vivir inteligentemente” 1

Participamos en fiestas, en eventos familiares, del trabajo, con amigos, vamos de vacaciones, de excursiones, paseamos… continuamente establecemos relaciones con personas y con el mundo exterior… Son muchos los eventos en los que participamos y las situaciones que diariamente pasan por nuestras vidas. Te has preguntado alguna vez: ¿Mi estado interior es correcto en cada uno de esos momentos? ¿Te sientes cómodo? ¿Estás bien, te sientes en armonía, equilibrado en cada una de estas situaciones y con las personas que ahí hay?

no sabemos gestionar las emociones ni los pensamientos
La verdad es que en muchas ocasiones no estamos ni cómodos ni bien, el estado interior no coincide para nada con el evento exterior. No hay armonía, en ocasiones hay estados interiores negativos, equivocados que no nos permiten vivir de forma equilibrada los eventos exteriores, por lo tanto no tenemos paz interior.

No estamos hablando ahora de momentos en que el exterior es caótico o que ocurren cosas negativas, no.
Estamos hablando de acontecimientos de la vida cotidiana de una persona, en los cuales su estado interior no le permite vivir con placidez el acontecimiento.

Es el caso, por ejemplo, de una persona que se casa. Puede estar tan inquieta por tantas cosas que ha hecho en la preparación de la boda, está nerviosa por si todo va a salir bien, preocupación por si un familiar, amigo, persona querida o persona que no le cae simpática aceptará o no con agrado todo lo organizado, o si le gustará la boda, la comida, etc… Conclusión, se le pueden pasar por la cabeza un sinfín de cosas por las cuales no viva su boda de forma tranquila, e incluso este tan nerviosa, preocupada que ni la disfrute, llegando a tener incluso un mal recuerdo de la misma boda.

Nos vamos de excursión o a un viaje y por tener unas expectativas de como debe ser el viaje, por preocuparnos por posibles accidentes, enfermedades o que el tiempo no nos acompañe, no disfrutemos del momento ni de los lugares que visitamos, ni de las personas con la que estamos.

Vamos por la calle y vemos a lo lejos una persona que no queremos ver ni saludar; o a nuestro lado pasa una persona con su perro que se pone a hacer sus necesidades delante nuestro y el dueño no recoge los excrementos; o vemos un padre que maltrata a su hijo o grita a su esposa; o vemos un matrimonio y la mujer va resignada tres pasos por detrás del marido cargada con toda la compra y el con las manos libres; cualquiera de estas circunstancias de la vida entra en nosotros y pueden llevarnos a desequilibrarnos por dentro, nos hace sentir mal e incluso reaccionar. ¿Te has preguntado si lo que te
machismo, nos identificamos con el exterior
desequilibra y saca de tus casillas es lo que ves fuera o son los propios conceptos que tienes tú de lo que es correcto e incorrecto? Es cierto que hay cosas injustas, que no ayudan al equilibrio social, etc… pero no es lo mismo ver un hecho conscientemente, comprendiendo lo que ahí pasa, que reaccionar mecánicamente perdiendo el equilibrio interior. ¿Por qué perdemos el equilibrio por una cosa que pasa fuera de nosotros? Lo de fuera sigue igual, ni el paisaje, ni el aire, ni el sol, ni las personas cambian… solo cambia mi estado interior por algo que he percibido, visto o escuchado.

Estamos invitados a una fiesta, al pensar que: la última vez que fuimos nos aburrimos, o que encontramos una persona que no queríamos ni ver, o que queremos que este nuestra mejor amiga y a lo mejor no estará,… cualquiera de estos pensamientos ya nos condiciona, creando un estado interior que nos invita a no ir, y si vamos, llegamos a la fiesta con un estado interior negativo: será aburrida, la gente son sosas, habrá venido ese que es un idiota, mi amiga/o no ha venido, esto será una noche horrible, a mi esos eventos no me van, a mí me gustaría más estar en casa, he venido porque lo hago por mi esposa/o… ¿Cuántas veces no nos ha pasado algo así? ¿Con todos estos pensamientos negativos, tiene alguien posibilidades de divertirse, de vivir el momento con armonía? Por cualquier pensamiento o razón de estas, no estamos ahí abiertos en la fiesta, no estamos en paz y por lo tanto nuestros propios estados interiores no nos permiten vivir el momento en equilibrio. No es culpa de la gente, son nuestros propios estados que nos lo crean. La vida se procesa de momento en momento, si no hemos aprovechado esa circunstancia ¿quién nos garantiza que la próxima fiesta la aprovecharemos y la viviremos diferente? ¿No nos ocurrirá de nuevo lo mismo?

Preguntémonos ¿cuantos eventos, situaciones que vivimos diariamente, los vivimos y sentimos plenamente, sin interferencias de nuestras voces interiores, sin interferencias de los miedos, resentimientos, de pensamientos que nos cuestionan “si hago o digo esto” que pensaran los demás de mi…? ¿Somos conscientes de cómo nos limitamos en nuestra forma de actuar, de comportarnos, de vivir la vida?

Somos poco conscientes de nosotros mismos. Queremos cambiar pero no tenemos conciencia de que es, concretamente, lo que debemos cambiar ni cómo
nos justificamos para no entrar en nosotros
funcionan esos mecanismos. Tenemos un sinfín de condicionamientos mecánicos; si no estamos muy atentos y nos observamos, actúan automáticamente y al final decimos: “yo soy así”, porque nos sentimos impotentes para comprenderlo y cambiarlo. Nos justificamos. No somos conscientes de cada uno de esos mecanismos, son muy numerosos y frecuentes en nuestras vidas. Si no sabemos de donde nacen, como se formaron, cuál es su base, será muy difícil cambiarlos. Debemos saber que los podemos cambiar, para ello nos tenemos que explorar y empezar a conocer un poco más. (En próximos artículos dedicados a los mecanismos psicológicos descubriremos muchos de ellos)

Si hay alguien ahí, en la fiesta o en la reunión, con el que estamos resentidos o le tenemos antipatía mecánica, o también en caso contrario: que nos guste mucho, nos atraiga pero no nos atrevemos a decirle nada, etc… cada vez que lo veamos o que sospechemos que está cerca, se nos moverán emociones y nos vendrán pensamientos, se producirá automáticamente. De nuevo se romperá nuestra armonía.

Estemos donde estemos y con quien estemos debemos preguntarnos: ¿Cómo me siento internamente ahora en este lugar, en esta fiesta… con esta persona…?  Si no estamos en equilibrio debemos preguntar ¿Por qué no me siento equilibrado y bien? ¿Qué es lo que me desequilibra? ¿Por qué?  ¿Qué quiero, que deseo en ese momento…? ¿Qué es lo que me daría paz? No se busca una respuesta rápida de la mente para justificarse, no, no debemos justificarnos delante de nadie. Somos nuestro propio testigo y por lo tanto hay que ser sincero con uno mismo si queremos avanzar. La respuesta debe salir de nuestro interior, como dicen comúnmente “del corazón”. Hay que aceptarla, sin rebatirla, justificarla o negarla. Incluso después de la respuesta hay que seguir indagando la causa, si eso que deseo ocurre, o no se da o no se puede dar, ¿qué sucede, como me sentiré? ¿y en el futuro que puede suceder? Hay que buscar otra vez el porqué. Hasta llegar a la base que motiva esas compulsiones, esos deseos; quieren satisfacer algo íntimo y debemos descubrirlo para no ser dependientes de ello y poder ser libres.  Es la forma de darnos cuenta como se han establecido esos mecanismos, que en muchas ocasiones no tienen unas bases muy firmes, forman parte de nuestros mecanismos de defensa, son parte de nuestro propio carácter particular. Pero se pueden descubrir y llegar a comprender.

Si uno quiere comprender el porqué de su desequilibrio y falta de paz, y poder estar ante cualquier tipo de circunstancia o evento sin perder la paz, tiene que tener paciencia. Nuestro carácter, personalidad y mecanismos de defensa los hemos formado a través de muchos años y no es fácil descubrir los porqués y cambiarlo todo en un día.

Hay un concepto que tenemos que tener claro. Es el de no dar las culpas a los demás de nuestros estados interiores: has sido tú, ha sido tu culpa por decirme…, ha sido ese idiota que me ha provocado, es la fiesta que es aburrida, es que no ha venido mi amiga… etc… Esto no son más que justificaciones para cubrir nuestro estado interior (porque no lo comprendemos), para cubrir nuestra ignorancia. Así podemos pasarnos años sin cambiar un ápice de nuestra vida, de nuestra personalidad. Vivimos mal pero decimos: todo lo que me pasa malo
los estados interiores son emociones y pensamientos
viene de fuera, me lo provocan los de fuera. Esto no es cierto, y no podemos permitírnoslo decir nunca, si queremos realmente cambiar. Si lo reflexionamos veremos que es nuestra propia incapacidad, nuestra propia trampa para justificarnos, para no cambiar y seguir permitiendo que el exterior nos condicione internamente. ¡Tú lo permites! ¿Queremos seguir así?
Llegamos a la conclusión que las causas de nuestro propio sufrimiento se articulan dentro de nosotros mismos y no tienen que ver realmente y directamente con los eventos exteriores. Estos solo son los agentes adecuados que permiten se pongan en marcha todos esos mecanismos de defensa y de reacción interiores. Si no los tuviéramos no los sentiríamos, ni nos harían reaccionar. Pero las circunstancias exteriores nos permiten descubrirlos. Realmente lo que hacen es que se nos activen los mecanismos interiores, que son los que nos aíslan, nos ponen cortapisas y nos amargan los días, los eventos y las situaciones que cada día. De lo contrario si no existieran esos mecanismos en nosotros podríamos vivir de forma tranquila y con normalidad. Los eventos de la vida son los que nos ayudan a autodescubrirnos de momento en momento. Son una gran oportunidad si la sabemos aprovechar. Si comprendemos y cambiamos ese mal estar en una situación concreta, ya no se repetirá más y en su lugar tendremos paz.


A medida que uno se va conociendo mejor y más profundamente podemos empezar a vivir más plenamente. Porque habrá ido resolviendo los estados que le producían desequilibrio. Podremos ir a una fiesta o reunión de una o muchas personas con menos condicionamientos y por lo tanto disfrutar, vivir cada momento y cada acontecimiento, pase lo que pase y haya quien haya, sin esperar nada especial, sin desear nada,... todo fluirá de una forma mágica… Aun cuando no pasen grandes cosas, sabremos gozar de la sonrisa, de las limitaciones, de las palabras, del ambiente porque estaremos equilibrados con nosotros mismos y esto nos dará equilibrio para vivir todo lo exterior. 

1. Frase extraída del cap X del libro Psicología Revolucionaria de Samael Aun Weor

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